martes, 25 de agosto de 2015

"Horror vacui" o la Tercera Guerra Mundial

Como me duele en el alma, comprobar que estamos en guerra ¿la Tercera guerra mundial? -el hombre en su afán de conquista y sometimiento, pone sitio al hogar, la familia, los derechos humanos y extermina sin piedad a sus semejantes, en el nombre del profeta, la codicia, la ambición y el dinero- Más de dos mil años, sin aprender nada más que a empuñar la espada del exterminio. El miedo a los misiles nucleares que apuntan hacia las naciones unidas; el miedo a destruir los bloques que separan oriente de occidente; ha despertado al demonio de la guerrilla, la lucha armada interminable, cuya destrucción progresiva va aniquilando pueblos y naciones, convertidos en campos de refugiados. La hambruna del cuerno de Africa, es ya crónica desesperada que solo encuentra eco social, en los que han consagrado su vida a la solidaridad sin fronteras; médicos, personal sanitario cooperantes; voluntarios de Cruz Roja; misioneros de la paz; soldados desarmados que luchan sin cuartel, en una imposible resistencia sin ánimo de lucro. La llamada a la guerra santa en las fronteras del ilustre imperio Persa, extendido hacia el norte de Africa, a través del mediterráneo, origina un éxodo migratorio, que hace temblar los cimientos de la tierra y despierta el fantasma de la crueldad y el genocidio. Cientos de miles de personas, sin hogar, huyen desesperadamente, buscando las fronteras de un estado del bienestar, convertido en quimera y país de la utopía, con la sóla esperanza de la libertad -que no solo de pan vive el hombre-.


 Duele en el alma contemplar esta huida hacia delante, bordeando los precipicios; esta marea humana interminable, cercada por las alambradas de unas fronteras que se resisten a abrirles paso, porque sus destinos de acogida se ven desbordados por el miedo que produce la masiva migración y la escasez de recursos sociales que pueden ofrecerles las mermadas economías de occidente. El hombre, sólo ante el peligro, quiere ayudar pero no encuentra los medios suficientes, los gobiernos democráticos, no cuentan con presupuestos para paliar el desempleo que aplasta a su propia población. La crisis trasciende a los eurodiputados, reunidos constantemente en busca de soluciones y acuerdos insolubles; los grandes discursos solidarios de la ONU, no pasan de las buenas palabras. Duele en el alma esta nueva guerra declarada a nivel mundial, cuyas armas de destrucción masiva son el Banco Central Europeo; el Frente Monetario Internacional; el Bolivarismo de Venezuela; Yihab islámica y el Terrorismo internacional. Si esto no es la Tercera Guerra, que venga Dios y lo vea, porque uno ya tiene el alma encogida al mirar el editorial de los telediarios; almorzamos con la primera página de un nuevo atentado que se cobra a diario más de 50 víctimas inocentes; Grecia entrega sus armas y se rinde ante el Dinero de Merkel; los cambios políticos que demandan los pueblos, son considerados como, movimientos radicales; una generación de treintañeros, camina perdida, refugiada en el techo de sus padres, ni estudia ni trabaja; la generación que le sigue, se queda a las puertas de la universidad en función de la clase a la que pertenezca. No es cuestión de catastrofismo, es la realidad de un presente, que no tiene más futuro que la información inmediata que estamos recibiendo a través de los medios y las redes sociales. Miramos para el otro lado de nuestros propios problemas, personales, sociales, económicos y domésticos -ahí está también, el horror de las víctimas diarias que se cobra la violencia de género- .Los políticos, viven en esa burbuja frágil e impenitente, que los mantiene ajenos a la realidad, ven posible lo imposible, por aquello de ser peritos en el arte de las falsas promesas. Desencantado, seriamente preocupado -bastante triste- el pueblo contempla la invasión silente y demacrada de las primeras víctimas masivas de esta guerra anunciada; Miles, cientos de miles...millones de vagabundos de todas las razas, emigran en famélica legión entre las alambradas de la frontera de Grecia, camino de un nuevo campo de concentración en Alemania. ¡Cuando aprenderá el hombre a mirar más allá de su propia ambición! - Parte el alma, esta nueva guerra declarada por la globalización, -de momento cae la bolsa en WallStret-, pero seguirán sin saltar las alarmas. “Santo Padre, Francisco, vd que clama verdades como templos, ábrales las puertas de la ciudad del Vaticano”, porque esto no hay quien lo pare.

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