Como me
duele en el alma, comprobar que estamos en guerra ¿la Tercera guerra
mundial? -el hombre en su afán de conquista y sometimiento, pone
sitio al hogar, la familia, los derechos humanos y extermina sin
piedad a sus semejantes, en el nombre del profeta, la codicia, la
ambición y el dinero- Más de dos mil años, sin aprender nada más
que a empuñar la espada del exterminio. El miedo a los misiles
nucleares que apuntan hacia las naciones unidas; el miedo a destruir
los bloques que separan oriente de occidente; ha despertado al
demonio de la guerrilla, la lucha armada interminable, cuya
destrucción progresiva va aniquilando pueblos y naciones,
convertidos en campos de refugiados. La hambruna del cuerno de
Africa, es ya crónica desesperada que solo encuentra eco social, en
los que han consagrado su vida a la solidaridad sin fronteras;
médicos, personal sanitario cooperantes; voluntarios de Cruz Roja;
misioneros de la paz; soldados desarmados que luchan sin cuartel, en
una imposible resistencia sin ánimo de lucro. La llamada a la guerra
santa en las fronteras del ilustre imperio Persa, extendido hacia el
norte de Africa, a través del mediterráneo, origina un éxodo
migratorio, que hace temblar los cimientos de la tierra y despierta
el fantasma de la crueldad y el genocidio. Cientos de miles de
personas, sin hogar, huyen desesperadamente, buscando las fronteras
de un estado del bienestar, convertido en quimera y país de la
utopía, con la sóla esperanza de la libertad -que no solo de pan
vive el hombre-.
Duele en el alma contemplar esta huida hacia
delante, bordeando los precipicios; esta marea humana interminable,
cercada por las alambradas de unas fronteras que se resisten a
abrirles paso, porque sus destinos de acogida se ven desbordados por
el miedo que produce la masiva migración y la escasez de recursos
sociales que pueden ofrecerles las mermadas economías de occidente.
El hombre, sólo ante el peligro, quiere ayudar pero no encuentra los
medios suficientes, los gobiernos democráticos, no cuentan con
presupuestos para paliar el desempleo que aplasta a su propia
población. La crisis trasciende a los eurodiputados, reunidos
constantemente en busca de soluciones y acuerdos insolubles; los
grandes discursos solidarios de la ONU, no pasan de las buenas
palabras. Duele en el alma esta nueva guerra declarada a nivel
mundial, cuyas armas de destrucción masiva son el Banco Central
Europeo; el Frente Monetario Internacional; el Bolivarismo de
Venezuela; Yihab islámica y el Terrorismo internacional. Si esto no
es la Tercera Guerra, que venga Dios y lo vea, porque uno ya tiene el
alma encogida al mirar el editorial de los telediarios; almorzamos
con la primera página de un nuevo atentado que se cobra a diario más
de 50 víctimas inocentes; Grecia entrega sus armas y se rinde ante
el Dinero de Merkel; los cambios políticos que demandan los pueblos,
son considerados como, movimientos radicales; una generación de
treintañeros, camina perdida, refugiada en el techo de sus padres,
ni estudia ni trabaja; la generación que le sigue, se queda a las
puertas de la universidad en función de la clase a la que
pertenezca. No es cuestión de catastrofismo, es la realidad de un
presente, que no tiene más futuro que la información inmediata que
estamos recibiendo a través de los medios y las redes sociales.
Miramos para el otro lado de nuestros propios problemas, personales,
sociales, económicos y domésticos -ahí está también, el horror
de las víctimas diarias que se cobra la violencia de género- .Los
políticos, viven en esa burbuja frágil e impenitente, que los
mantiene ajenos a la realidad, ven posible lo imposible, por aquello
de ser peritos en el arte de las falsas promesas. Desencantado,
seriamente preocupado -bastante triste- el pueblo contempla la
invasión silente y demacrada de las primeras víctimas masivas de
esta guerra anunciada; Miles, cientos de miles...millones de
vagabundos de todas las razas, emigran en famélica legión entre las
alambradas de la frontera de Grecia, camino de un nuevo campo de
concentración en Alemania. ¡Cuando aprenderá el hombre a mirar más
allá de su propia ambición! - Parte el alma, esta nueva guerra
declarada por la globalización, -de momento cae la bolsa en
WallStret-, pero seguirán sin saltar las alarmas. “Santo Padre,
Francisco, vd que clama verdades como templos, ábrales las puertas
de la ciudad del Vaticano”, porque esto no hay quien lo pare.
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