el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
miércoles, 28 de enero de 2015
Cuentos del Pumarejo 10@ños de Bloguer
lunes, 4 de noviembre de 2013
"Más pesao que el Carlos"
martes, 4 de diciembre de 2012
Al pavo, pavito, pavo...
viernes, 19 de noviembre de 2010
El Chino de mi barrio, es particular...
jueves, 14 de octubre de 2010
La Dama del "tizón"
miércoles, 13 de octubre de 2010
El Rey que perdió la cabeza
lunes, 11 de octubre de 2010
"Esta es la ciudad"
“Cuando en sus paseos a caballo por las afueras de la población, ve la puerta que comunica con el cementerio de los Moros, viene a su memoria la lápida que para escarnio colocó un avispado musulmán, que, sin más derecho y autoridad que su ingenio y malicia, cobraba el impuesto de “Almalcabra” por los cadáveres que de la ciudad salían: lápida que por sarcasmo decía: Esta es la ciudad de la confusión y el mal gobierno." (Santiago Montoto- Biografía de Sevilla)
martes, 29 de junio de 2010
LA ABUELITA CONSUMIDA
martes, 4 de mayo de 2010
El cuento de la Buena Pipa
yo no digo que si ni que no...que si quieres que te cuente el cuento de la Buena pipa....
Porque sin terminar de consagrarse a los demás, ni sacrificarse íntegramente al servicio de una causa determinada, se afanan y desvelan por ayudar a sus semejantes y mueren en el empeño. Es impresionante y al mismo tiempo estremecedor, el destino de estas personas realmente buenas, que sufren el desprecio y la ingratitud de esta sociedad de consumo.
Gentes que se han arruinado gracias a su generosidad, por tratar de ser justo y ecuánimes para con sus semejantes: aquellos que le imprecaban un puesto de trabajo, han terminado robándoles; los mismos que lo adulaban en época de fértiles cosechas, acaban difamándoles y promoviendo todo tipo de injurias y calumnias sobre su persona al llegar la sequía. Los amigos que juraban seguirle hasta la muerte, hoy le abandonan si querer saber nada sobre lo mucho que le debían. Estos buenos-tontos, terminan chapuleando en el lodazal del olvido, porque en la vida -hijo mío- hay que luchar por todo lo contrario de lo que nos enseñan en los colegios: ser justo, noble, leal, digno y atentos, valores incompatibles con la agresividad, energía y ambición que requiere el triunfo. Se puede ser de todo: un mártir, un verdadero santo, un vividor, bohemio, rey o mendigo antes que idiota. No te digo ni que sí ni que nó, pero ¿quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?.
sábado, 7 de febrero de 2009
LA INSIGNE TEÓLOGA
CUENTOS DEL PUMAREJO
Plaza del Pumarejo, 1.997 La apostura de esta singular dama, leyendo en un banco de la plaza ajena al mundanal ruido, es digna de ser retratada en el lienzo de las mejores pinturas costumbristas. Qué agradable sensación de paz y sosiego produce la presencia de esta venerable anciana con sus grandes gafas con parasoles, absorta en la lectura de su inseparable breviario. Un aura encantadora de añeja maestaescula la envuelve. Desde el primer momento que la descubrí pastando al sol del Pumarejo, sentí verdadera fascinación por este personaje, que aparece y desaparece sigilosamente, con su impronta enigmática, mientras que el mundo gira a su alrededor sin reparar en la autenticidad de su espíritu. A menudo se la vé en compañía de alguien, que imagino podría ser un pupilo. Efectivamente –pronto tuve la oportunidad de verificar mis suposiciones- y el azar me brindó la ocasión de poder escucharla desde la cercanía de mi observatorio (quiosco de chucherías). Era una placentera mañana de sábado –como dice el refrán: no hay sábado sin sol ni mocita sin amor – La ilustre erudita hallábase sentada en un banco próximo, mi irresistible curiosidad literaria, hizo que aguzara el oido para escuchar atentamente una de sus tesis. Acompañaba a la anciana, uno de sus discípulos; varón de edad incierta y aspecto desaliñado, cuyo rostro lívido infería mayor perplejidad a su aparente estado de confusión. Nuestra insigne teóloga ilustraba a su interlocutor con apasionado énfasis comentando las sagradas escrituras de esta guisa: ¡herejía…herejía…todos los obispos son unos herejes…! –sentenciaba en tono suave, pero con energía y seguía aseverando: “se basaron en la traducción que del latín hicieron los padres de la iglesia, sin tener en consideración la etimología griega que es de donde derivan las fuentes del conocimiento y la razón”…-gesticulaba la “doctora”, fustigando las hojas del libro sagrado que tenía a la vista-. Entonces, interrumpía el presunto discípulo: ¿Si los obispos cristianos son herejes –como vd. Dice- el Santo Padre, también lo es?....Jesucristo nuestro Señor –decretaba la erudita señora- “no puede ser de la misma naturaleza que el Padre…de la misma naturaleza somos los humanos; tu y yo…o el perro ese…pero el Hijo del Padre, no puede ser de la misma naturaleza, puesto que es Dios”. Seguidamente, nuestra doctora en teología, hizo un inciso, repasando las distintas analogías que guardan entre sí las religiones monoteístas, para llegar a la definitiva conclusión: Después de mis exhaustivos estudios y análisis minuciosos en la lectura de la mayoría de las Biblias editadas, he tomado la determinación de profesar la fe ortodoxa. Entonces interpeló el paciente pupilo: ¿Vd. Se ha tenido que bautizar por inmersión?...No exactamente, era una especie de inmersión, pero no tuve que desnudarme al completo…me pusieron una especie de túnica… En esos momentos perdí el hilo de tan interesantisima disertación , por culpa de un tufillo nauseabundo que parecía proceder de la sagrada cátedra que ocupaba la insigne conferenciante, cuando el sol en lo más alto de la plaza, comenzaba a airear sus talares vestiduras. Qué bien le hubiera venido un bautizo por inmersión –pensé- a más de un novelesco personaje de los que pacen en el Pumarejo, sobre todo a sus prendas más interiores. En fín, cosas y cuentos verídicos dignos de ser presenciados y escritos para no caer en el olvido.
martes, 16 de septiembre de 2008
CUENTOS DEL PUMAREJO, La Plaza
martes, 1 de julio de 2008
CUENTOS DEL PUMAREJO
Las autoridades sanitarias, no pudieron escoger un lugar más propicio, para proceder a efectuar el “reparto” de las dosis de “metadona” prescritas (fármaco sintético, mucho más eficaz que la morfina contra el dolor, que sustituye los efectos estupefacientes de la heroína, sin llegar a producir las secuelas de esta última droga) a estas desventuradas criaturas, desde el Centro de Salud ubicado en el corazón de la consabida Plaza. El lugar más propicio –escribo- por si éramos pocos, para juntar el hambre con las ganas de comer. A esa hora que coincide con los primeros turnos del comedor –entre las doce y las catorce – comienza el fascinante espectáculo; los unos revueltos con los otros –Dios los cría y ellos…-saturando la atmósfera de un patetismo delirante; una humanidad variopinta, fundamentalmente compuesta por jóvenes “enganchados” que esperan un turno establecido a discreción , a través de las consignas que se van intercambiando entre ellos, como auténticos autómatas, guiados por la ansiedad de cada particular síndrome de abstinencia. Desde la posición privilegiada que me ofrece mi puesto de trabajo, he tenido la oportunidad de ejercer como involuntario testigo de sus cuitas y desvelos y, me atrevo a transcribir –guiado por mi afición a la literatura- algunos de sus habituales temas de conversación, como puede ser el que a continuación les relato: Está una joven pareja, apostada en uno de los bancos situados frente al centro de salud, compartiendo por supuesto su inseparable “litrona”, ella es morena, de mediana estatura, enjuta y de movimientos lánguidos –como el resto de sus colegas, estragados por la soñolencia que produce el efecto de los estupefacientes-, podría tener, entre los veinticinco y treinta años de edad, su rostro –de facciones agradables- está salpicado de acné juvenil. El compañero es también moreno-castaño, de mediana estatura, afecto a la misma edad; viste chamarreta de color rosa fucsia que muestra los antiguos esplendores de una prenda notoria, perteneciente a la marca, “american campus”, se mueve de manera vertiginosa, como manipulado por el control radar de alguien y habla atropelladamente hilando frases sin sentido, que solo pueden traducir en su jerga: “¡quilloooo, é´estao allí…y ná, que la tía quería marcha…y como no se la daba, se puso grasiosilla, la hijadeputa!...ahora me´viá fumá un guinstito…cucha..¿quierej uno?” –Le increpa, desde lejos a su compañera, mientras empina el codo, dandole un trago a la litrona a medias-. Cerca de la pareja, hay un grupo de colegas ocupando banco –no necesitan presentación- uno de ellos, bien parecido, interpela a nuestro protagonista de la chamarreta fucsia: “…que te iba a desí: ¿la metadona coloca…coloca la metadona? Automáticamente responde la chica de la cara picada de acné: “¡la primera semana –sí, te coloca- paqué vamo a desí…mogollón…pero aluego despué, ná de ná, te lo digo yo!”. Acto seguido, se entabla un delirante debate entre los miembros que ocupan los “escaños” de piedra en la meritada Plaza, intercambiando impresiones sobre el efecto de las sustancias estupefacientes que van sesgando sus distintas vidas contrariadas –entre trago y trago de cerveza e intercambio intensivo de cigarros- hasta que alguien sale de pronto, como un toro del chiquero, por la puerta del ambulatorio, dá la voz y se produce la estampida. Poco después, se hace la calma; cada uno marchó con la correspondiente dosis de metadona, ¿Dónde irán?...no lo sé, pero seguro que volverán para el próximo reparto, los envases de vidrio de las “litronas” esparcidas por los alcorques de la Plaza, son la marca indeleble de tan lamentable subsistencia. Son ahora las 15´15 horas de la tarde.
domingo, 10 de febrero de 2008
HINIESTA, me alegro de verte...
Hay hermandades que no son conscientes del nivel de evangelización que alcanzan cuando echan sus pasos a la calle. Por encima del inusitado esplendor que suscita en nuestros corazones el Domingo de Ramos cuando se hace realidad en las primeras horas de la tarde, hay un momento que merece un lugar destacado en la estancia de nuestras sensaciones, un momento que habría que enmarcar con entrañables molduras dignas del costumbrismo de Jimenez Aranda, porque vale por sí solo y sin avales de ningún término, un potosí de emociones. Es tarde de Domingo de Ramos, el sol radiante coronando la gracia de la primavera, Sevilla se echa a la calle, por todas la razones que conocemos y por otras muchas que algunos no entienden, pero que les arrastra irremisiblemente a saborear el contagioso ambiente que se respira. La pl.aza del Pumarejo, siempre pintoresca, monumental y viva, pero tambien proscrita por la leyenda de su mala fama, palpita de bullicio y espectación . Los niños del domingo de estreno reconocen el perfume de incienso que adelanta el aire al compás del redoble de tambores que precede a la sorpresa -no menos esperada- de los primeros nazarenos, corren y se arremolinan jubilosos para ocupar las primeras filas de la calle...la plaza empieza a involucrarse, simple y llanamente, asomando a los balcones sus mejores galas mientras mira con impaciencia entre los visillos de las abiertas ventanas que el momento se acerca. Aunque el armazón donde se sustenta la esencia del Pumarejo, todavía aparezca frío y distante, algo intenso e irrenunciable se presiente en la abigarrada variedad de las culturas alternativas que encontraron parada y fonda en esta simgularísima plazuela, tras la Sevilla de barrio tradicional y devota, está la otra ciudad que vierte en la creativa arrogancia de su casco histórico los deshechos humanos de la droga, el inclemente hueco de los "sin techos", la huella delirante de inmigración la imagen más vergonzosa y vergonzante del ser deprimido que busca en los comedores públicos la solidaridad de una sociedad que como siempre se ampara en el sufragio de las religiosas. Pero llega el momento en que toda esa argamasa social, se funde en un encuentro sinfónico envuelto en el nimbo del incienso, hacia el centro donde la luz celeste y plata se abre paso entre cuatro ciriales argénteos y se hace- una -la mirada de todas las razas sin condiciones pactadas de credo o profesión, clavadas al unísono en la Cruz de ese Cristo de cobre que hizo Buena la Muerte por el ideal supremo de la Salvación. No es consciente una hermandad del bien que puede hacer una Imagen de Cristo en la calle, cuando es capaz de imponer en medio del Pumarejo, una atención y un silencio tan aplastante, consiguiendo allí donde reina el caos, semejante manifiesto de emoción y respeto, de concordia y armonía, como no es capaz de conseguirlo nada ni nadie que se lo hubiera propuesto. He sido testigo como muchos sevillanos y vecinos de silencios maestrantes, silencios de la categoría devocional del Gran Poder o Calvario, pero me sigue estremeciendo sobremanera, este incondicional respeto que se le guarda en el Pumarejo al paso de la hermandad de la Hiniesta, la tarde de explosión y júbilo, colores e ilusiones estrenadas del Domingo de Ramos, cuando una plaza se rinde -como humilde Magdalena- a los piés del Cristo sobre un monte de fragantes claveles porque nadie puede sentirse indiferente ante su Gracia.
Hiniesta, me alegro de verte...
jueves, 28 de junio de 2007
CUENTOS DEL PUMAREJO
LA PROCESION DE IMPEDIDOS
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