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viernes, 19 de noviembre de 2021

SI HAY QUE LLORAR: SE LLORA

 SI HAY QUE LLORAR SE LLORA

SEÑOR, que lo importante es saber, que aún te quedan lágrimas. Las lágrimas son el agua de mar, por eso saben saladas. Con el paso del tiempo, las lágrimas son como los cumpleaños, acumulan velitas encendidas para soplar la llama de la vida. Y por eso las lágrimas son el premio Salado que recibes, cuando sientes algo de corazón. Se llora por lo más grande, por lo más fuerte, por el dolor, por la fractura, por el golpe, pero si hay que llorar por algo, que sea de emoción. Por eso se llora, mientras se acude a ver, el Gran Poder del Señor. Se llora, por necesidad, por tristeza, por angustia, por soledad, por que faltan las fuerzas... Pero si hay que llorar de verdad, de corazón, con el alma puesta en cada lágrimas, que sea por recibir Tu consuelo, Señor, por abrazar Tu Dulzura, Señor; por gozar de Tu acogida y sentir la caricia de Tus manos cercanas, apacibles, venerables, curativas, redentoras. Por eso, si hay que llorar se llora, Señor, que ya se encargarán las lágrimas de darnos a probar el sabor meloso de Tu Bendición. 


domingo, 7 de noviembre de 2021

¡QUE BARBARIDAD!

 QUE BARBARIDAD

SI, el Señor es una barbaridad, es algo ¡muy fuerte! es, demasiado, es lo que Es, ese algo, que nadie puede explicar y todos sentimos. Es lo mejor de todos nosotros, Es un temblor de tierra, Es el que anduvo en la mar, Es un viento de Levante que te abraza, un viento de poniente que te deja frío y un tren que se despide, dejando en la estación lágrimas sin pañuelos. El Señor es un espectáculo sin serlo, enciende las plateas de cualquier escenario, deja en jaque el marco incomparable, porque por donde pasa, SI crece la yerba y brotan los tallos y vuelve la primavera a dorar la canasta estofada del otoño. Si, el Señor, es eso que tu y yo estamos pensando, estamos sintiendo, estamos rogando, estamos pidiendo, estamos soñando, estamos sufriendo, estamos llorando, estamos mirando, estamos pasando, estamos despidiendo... y además de todo eso, deja indiferente a la riqueza y el boato, a lo mejor de la talla y del bordado, al culmen de la orfebrería, la pais de las maravillas de la seda y el terciopelo, hasta la misma Cumbre del arte barroco, es capaz de aplastar sus pies descalzos. Es una barbaridad que abraza arrasando, Es un incendio voraz, que acaricia en su llama de Amor vivo. Es nada más y menos, el talón, su talón, nuestro talón de Aquiles. 


viernes, 5 de noviembre de 2021

EL SEÑOR de las MORADAS

 Los frutos que estas sembrando

Tu Santa Misión morada, 

Como podremos pagarlo

Di, Señor, como se pagan. 

Verte por las avenidas

Gran Poder, abarrotadas

Caminar entre el gentío

Camino de la diáspora

Y que en todo el recorrido

El silencio se escuchara

Más allá de los requiebros

Más allá de las plegarias

Por encima de los rezos

Superando las gargantas

Entre el el carril de los cirios

Presidencias y dalmáticas, 

Acólitos y ciriales

Incienso que se elevaba, 

Tu silencio sobre todo

Al saber que te acercabas. 


Como podremos pagarte

El Bien que sobre tus andas

Iba haciéndose camino

Allá donde tanta falta

Hace que llegues, Señor

De la imponente zancada. 

Allí, donde nadie quiere

Acercarse de pasada

Para ver el abandono

Y mirarlo cara a cara

En la pobreza del rostro

De los que no se esperaban

Que el Señor viniera a verlos

Hasta el umbral de sus casas. 

Todo el Bien que has cosechado

Todo el consuelo que alcanza

Las gracias del que se postra

A la gloria de tus plantas

Todo el ánimo que infundes

Todo el apoyo que abrazas

Todo el auxilio que prestas

La Piedad que en tu mirada

Se refleja en los tránsidos

Ojos que te contemplaran

Llenos de misericordia, 

Rebosantes de Esperanza. 


Como podremos pagarte

El Gran Poder de tu estancia

Al lado de los benditos

Cerca de los que más amas

Los que no te conocían

Los que ya se conformaban

En sufrir la lejanía

Del que siempre recordaban

En las fotos de sus padres

En las mugrientas medallas

En retablos escondidos

De villas abandonadas

Donde el olvido florece

Como la silvestre palma.


Y mira, Señor, por donde

En tu Misión sacrosanta

Te vieron venir los ojos

De aquellos que ya no daban

Crédito en volver a verte

Y menos que te acercaras

En Persona, GRAN PODER

a la puerta de sus casas. 

Que manera de colmar

Toda una vida entregada

Por las personas mayores, 

¡Todo lo que le haga falta! 

Que si le fallan las fuerzas

De alabarte y darte Gracias

Brazos de los costaleros

Sobran, para que a tus plantas, 

Presenten nuestros abuelos

La pleamar de sus lágrimas. 

Que si hay que llorar, Señor

Sea de emoción desbordada

Al Sentir, El Gran Poder 

De tu Presencia Sagrada. 








sábado, 30 de octubre de 2021

DIOS NO SE MUDA

 DIOS NO SE MUDA. 


Que lo escribió para Ti, la Santa de Ávila, soñando con su Parroquia de Santa Teresa. "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda"... Y entonces, llovió en Sevilla; que la lluvia en Sevilla, es una maravilla, sobre todo cuando el Gran Poder, No quiere mudarse... al menos, tan pronto, de las Candelaria. Que en su Santa Misión el Señor, se ha acordado también de como, están las cuencas de nuestro Guadiana y nuestro Guadalquivir. Dios no se muda, ten confianza..." La paciencia, todo lo alcanza" , hasta la sequía de los campos, se llenan con el surco de la Cruz, ¡que buen arado, para nuestra tierra ! ¡Que cosas más grandes, concede el Nazareno del Gran Poder. Santa Teresa, le escribió el verso, hace tantos siglos como los que cumple el Señor, con nosotros: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa... Dios no se muda" y la misma Feligresía de Santa Teresa, se estremece, con las estrofas que escribió la Santa andariega. .. ¡Ten confianza, que la Paciencia todo lo alcanza! ¡Dios no se muda!...y los versos, parecen dictar la Sentencia que la inclemencia del tiempo permite, para bien de los campos. ¡Que Grande, Tu Gran Poder, Señor! "Quien a Dios Tiene, nada le falta, solo Dios vasta" 

jueves, 28 de octubre de 2021

NO TE PUEDO VER


 NO TE PUEDO VER, SEÑOR

Últimamente, es verte y echar a llorar con la facilidad de un crio. Puerta que abro y allí, estas Tu, página que paso y apareces de nuevo, pantalla que enciendo y sale tu rostro, llenando el Salón, asomándome a la ventana, mirando el periódicos, navegando por las redes, abriendo YouTube... A todas partes donde miro, te veo, Señor, como Dios, que estás en todas partes. Y lloro, lloro tan fácilmente, que hasta la curiosidad de mi gato, se asombra y viene a olisquearme. Lloro, como cuando no quería ir al colegio, las tardes de sol estrenada en mi memoria. Lloro de la única forma que deseaba llorar, súbitamente, de repente, sin previo aviso, como se gana la emoción en la vida, cuando el tiempo nos alcanza. Todo es verte, que al verte, Señor del Gran Poder, se ve todo; se ve pasar los años, por el tiempo sin tiempo de tu zancada infinita; se ve pasar la mano de una madre, dejando en tu Talón las caricias de sus intenciones y el beso profundo de la fe; se Ve la ciudad que vuelve siempre a verte, el Domingo de Ramos, que reluce más que el sol, del Jueves Santo en la Plaza y oscurece para revelar el negativo de tu imponente rostro, la madruga que amanece entre turquesas y malvas, cuando regresan los vencejos  a San Lorenzo. Pero además, que también lloro, como el poeta, por el verso que nunca te escribiera, en la furtiva lágrima de quien te ha visto siempre, como nunca. Siempre, como si fuera la primera vez, siempre como si el llanto me recordara que Tu eres, Señor del Gran Poder, lo primero y lo  último, el alfa y el Omega, el principio del fin. Donde todo comienza y termina: Al final de tu Cruz. 

martes, 26 de octubre de 2021

LA GRANDEZA DEL SEÑOR

 Como has querido irte, Señor, salir del corazón de Sevilla, allá donde los esconchados son los blasones de la podredumbre y el olvido, allá donde se tienden las ropas de marca de los mercadillos, como damascos de los perdidos balcones, allá donde no hay más recepción municipal, que la lejía baldeada por las mismas vecinas que salieron a recibirte. Como has querido salir de la parrilla de San Lorenzo donde cada día te cueces a fuego lento, por las cargas y las penas que imploran tus hijos y hermanos. Y para eso has cruzado toda la Sevilla Norte, que no hay nadie mejor que Tu, para entender de cruces. Más allá del vía+Crucis de los Medinaceli, aun más largo que la Estación del Cerro o el Cautivo de San Pablo, todavía más lejos del impensable recorrido o el más inimaginable traslado. Rozando el día de un camino de Romeros, has querido que te lleven, haciéndonos creer, que éramos nosotros los que te llevábamos. Ay, Señor, ¡Que manera de clamar en el silencio!, ay, Señor ¡Que forma más hermosa de predicar sin palabras! sin alzar más la voz del que toca el martillo y dejar a tu paso, la huella indeleble de tu Reino. Esa es tu Grandeza, hacer lo que Tu nos dices, llevarte donde Tu quieras, ir contigo a los cielos de Sevilla, que más saben de infierno y purgatorio. Porque a los desafortunados, a los más pobres y desfavorecidos, siempre, eternamente, los vamos a tener entre nosotros; siempre habrá ciegos en Jericó, siempre, paralíticos en la piscina de Silhoe; siempre leprosos en este valle de lágrimas. Pero a Ti, Señor, aunque esperemos verte en el paraíso, te dejaremos en vida, cargando con la misma pesada Cruz de los agravios del mundo. He, ahí, Tu Gran Poder y Gloria, Señor, el que impera en tu Reino, la misma utopía, de la Paz, la Justicia, el Amor, que marcha junto a Ti, hacia el encuentro de los Benditos de tu Padre: "Venid a mi, los que estáis cansados y agobiados... porque Tu eres, el camino, la verdad y la vida. 


lunes, 25 de octubre de 2021

EL GRAN PODER DE LOS NIÑOS

 Los niños no te conocían, pero cuando te han visto, se han quedado igual de sorprendidos que sus ojos, asombrados por todo lo nuevo de este mundo. Los niños querían seguirte, porque ellos se van siempre con quien los llama a la devoción. Saben mejor que nadie, los niños, quien tiene palabras de vida, aunque predique con el Silencio. Y los niños, por vez primera, no olvidan nunca la zancada de aquel, que lleva la Cruz más sagrada del mundo. Ni olvidan la soga que tira del cuello de Aquel hombre bueno que sufre a la vez de que acoge, en su rostro Moreno henchido de Piedad y misericordia. Los niños ya no olvidarán la miel de tus manos abrazadas al Madero, porque fue bajo el mismo sol radiante de las calles de su olvidado barrio, el mismo que iluminó el rostro bendito de aquel, que por primera vez y tal vez, por última, iluminaria la mañana con flama de candelas. ¿Quien es? Pregunto el niño, soltando la mano de su abuela, para que le prestase mayor atención. Pero cuando vio el rostro de la "yaya" bañado en lágrimas, no necesitó más respuesta que Dios, el Señor. Eso ya no se olvida, porque el niño aquella tarde, obligó a su madre a que lo llevara a la parroquia a verlo. Y cuando de nuevo, Miró al Señor, en el altar Mayor de los silencios compungidos, el crio, se postró de rodillas frente al Cristo, sin ejemplo de nadie, en la más absoluta lección íntima de catequesis. Después, sin poder apartar la mirada del Dulce Cordero de Dios, haciendo parada en la mesa petitoria de los primeros recuerdos, llevándose al corazón la medalla de la Hermandad que había comprado su madre, el Niño sentenció, volviendo la cara al Cristo: "Señor, mañana sin falta, cuando salga del Colegio y por la tarde, vendré a verte, esperame y no te vayas"


jueves, 21 de octubre de 2021

NO CONFUNDIR EL "POSTUREO" CON LA COMPOSTURA.

 El Señor en su Santa misión evangelizadora, nos ha dado una magistral lección yendo allá donde más se le necesita. A los tres Barrios más pobres de Sevilla, pero es obvio que los sevillanos, llevando al Señor en andas, guardando el silencio estremecedor que solo el Señor impone a su paso y caminando tras de sí, en el surco interminable que deja su Cruz, le hemos dado al mundo cristiano y cofrade, otra gran lección de fidelidad, compromiso y respeto incontestable. Basta ya que Tilden a los sevillanos de postureo, bueno ya, que nos pasen el escáner del falserio y los golpes de pecho. Si el Señor hace más de cuatro siglos, decidió reinar en Sevilla y ser el Dios hecho pino de Flandes que sale del Sagrario, será porque ha visto en sus hijos sevillanos algo, ¿digo yo? No está hecha la luz, para esconderla debajo del celedin, sino para alumbrar la estancia. El Señor, luz de los pueblos, se quedó, para que los sevillanos, diéramos testimonio al mundo de su Gran Poder y gloria, por eso en la manifestación de su Santa Epifanía, que no es otra que la Humildad, los sevillanos hemos querido a través de la Misión organizada por su Hermandad, llevar el Señor con los más benditos de su Padre. Allí, donde reina el paro, el fracaso escolar, los tiroteos por causa de la droga y el asentamiento de los clanes multiculturales, hemos llevado al Señor, con la máxima dignidad y respeto que los sevillanos sabemos poner en los grandes acontecimientos históricos. Y la gente respetable y también muy sevillana de los pajaritos, ha sabido agradecer, que el vecino más ilustre de la élite cofrade, con todo el Poder y la Gloria de su Humildad, ha llegado a los tres Barrios, con el máximo esplendor y seriedad que el Señor se merece. Si los políticos o máximos dirigentes, no han sabido erradicar, o no han podido paliar la pobreza extrema de los barrios, no digo resolver el problema del paro o el tráfico de drogas, que culpa tenemos los sevillanos acusados de "postureo" y golpes de pecho, gratuitamente de que los tres Barrios sean los más pobres de España. ¿Es que acaso, el Señor en todo su Poder, va a hacer el gran milagro con su presencia en las parroquias? No nos engañemos, ni el Señor Todopoderoso, debe, ni quiere erradicar ningún mal que venga por la desidia y abandono de los hombres, el Señor del Gran Poder, ha ido a los tres Barrios para algo muy diferente. Se trata de conversión y esa es una tarea más sutil y delicada que obra sus frutos a largo plazo y desde la raíz del problema. Basta ya de que los sevillanos, seamos culpable de la pobreza, cuando como cristianos y cofrades, somos los que más combatimos contra ella, solidariamente con Caritas. Si los sevillanos nos damos golpes de pecho, por llevar al Señor a las periferias, es porque le echamos pecho a las cosas de Dios sembrando la admiración de todos los cofrades de España, que se conmueven al ver, como hacemos de bien, las cosas de Dios, para maravilla del mundo y SI, no nos escondemos del "postureo",


porque en realidad, nos sobra postura y compostura para organizar y llevar un traslado histórico, como Dios manda. La buena y respetable gente de los tres Barrios más pobres de Sevilla, que también son sevillanos, saben perfectamente que la pobreza es un negocio más de esta civilización globalizada, que trafica con todo lo humano que le interesa. Y eso lo sabe, mejor que nadie, el Señor, en su Santa Misión evangelizadora. Va a ser verdad, lo que insinuó el ilustre Antonio Gala, ¿Y si fuera verdad? ¡Bendito sea el Señor de Sevilla y los sevillanos! 


lunes, 18 de octubre de 2021

SEÑOR DE LOS TRES BARRIOS

 ADONDE VAS SEÑOR, que... 


Hasta quiso el cielo retratarte,  un selfies Señor, donde reflejastes el rostro expirante del único Dios verdadero.. "Y entonces verán al hijo del hombre, descender entre una nube con Gran Poder y Gloria". Sin otra imposición que el silencio que improvisa tu paso, traspasaste el corazón de Sevilla entre las sombras de Trajano y el sol  de luces desembocando por el Duque, Campana y la Encarnación. Por Verónica, entraste en el antiguo convento del Valle, que vio tu Bendición, como si se parase el Tiempo, frente al Señor de la Salud y las Angustias de María Santísima, nunca la Hermandad de los Gitanos, se vio más reflejada en Tu rostro, como en ese Padre Nuestro, Gran Poder, que desgarró la voz del saetero. La Ronda histórica, se empequeñecio, fijada en el tablero de tus andas, jamás la sencillez, fue algo tan difícil de expresar y tan grande de sentir. Por la Puerta de Carmona, Salud y Buen Viaje, Señor camino de la Santa Misión en las afueras, sol de Justicia en el desierto de la distancia, allí, vas a llevar el aliento a los que te conocen, por más años, a los que nos enseñaron a visitarte los viernes, a quienes nos presentaron Tu Gran Poder, bajo el nombre de Señor de Sevilla. Ellos no piden  nada para ellos mismos, no necesitan más analítica, que la que imploran para sus hijos y nietos. Están más cerca de ti, que nadie, sentados en el atrio, donde esperan, los cansados y afligidos, los sabios misericordiosos, que gracias a las hermanitas de los pobres, alcanzarán tu misericordia. Por eso su agradecimiento tenía el privilegio de los que pueden aplaudir al ver tu Grandeza. A donde vas, Señor, tan lejos, en busca de los que están más cerca. Si te vimos pasar, haciendo estrechas las grandes avenidas, fue porque no fuimos conscientes de la realidad de tu Gran Poder Divino. Te buscábamos todos por la soledad de las bullas hasta encontrarnos de cara con tu imponente silencio, te lloraba nos todos sin necesidad de lágrimas, porque el nudo de tu soga, apretaba nuestras mudas gargantas. Solo miradas, una explosión silente de  miradas, clavadas a la Cruz de todas nuestras culpas. Centro de todas las miradas enfocando tus perfiles. Desde arriba hacia abajo, desde las aceras a ras del suelo, Nervion, era un suspiro entrecortado que buscaba tu Sagrado Corazón, para saciar su Sed. Que larga y estrecha calle emocionada, por la suerte de verte pasar en toda su historia, de puertas abiertas, de terrazas y ventanas repletas de intenciones, de copioso valle de lágrimas, porque sabían que ese gozo era la única vez para siempre. Tejidos a la espalda de tu túnica Lisa, ocho veces ciñendo tu cintura, tras de ti, morada Santa, la Ronda del Tamarguillo, se hizo pequeña, como los niños, que se acercaban a ti. Como el delirio de la pobreza extrema, benditos de tu Padre. Venid a mi, cruces parroquiales de los tres Barrios más desfavorecidos de Sevilla, Venid a mi, en la Santa Misión  de anunciar el Reino. Venid a mi, devotas abuelas de los "pajaritos", las que mejor sabeis agradecer que el Señor, ignora a los soberbios y prepara su Mesa a los humildes. ¡Que Grande Señor del Gran Poder, verte desde donde mis piernas te alcanzan, sostenida por el andador, encontrarte entre las filas del cortejo, para darte las Gracias por entrar en mi barrio, aquí, Señor, donde habita el olvido y has querido venir a mirarnos! Que bien te encuentras entre los tuyos, Señor, ¡Que grande tu poder, bajo el altar de los ladrillos, que manera de llevar la Paz abrazando la Cruz de los más débiles, cuanta felicidad, Señor, sin cúpula ni linterna, a la altura  de los ojos nublados por las lágrimas y mascarillas en las bocas, para ahogar los suspiros! Y como dijo una vecina al verte: ¡Que fuerte, Señor, que fuerte! 

jueves, 14 de octubre de 2021

No se le puede pedir más






 AQUEL que lleva la Cruz de todas nuestras culpas, Aquel que marcó en su zancada la fuerza de la flaqueza en su infinita misericordia, El cirujano de la bata morada siempre de Guardia en  su plaza de San Lorenzo, El Señor de la Sevilla Ilustre, de casas solariegas, balcones blasonados y rejas forjadas por los herreros del puerto de Indias, El Señor de todas las esquinas y barreduelas, se sale del casco antiguo e histórico, más grande del mundo, para andar por las Avenidas y las rondas, hasta traspasar la vetusta muralla por la puerta de Carmona, hacia el Oriente de la diáspora. 

Vendrá con El el pueblo todo, porque toda Sevilla, Señor, es norte de tu camino. Vendrá contigo, Señor, la familia que te visita cada viernes, vendrá, la abuela torpe de fuerzas, sobrada de fe, vendrán, los ciegos que no ven y los que están ciegos aunque te vean, vendrán las madres con sus hijos silentes del brazo o enseñando a sus nietos la primera lección de Dios imponente. Vendrán, los paralíticos en su sillas, los discapacitados con sus carros de batería, los enfermos de a pie y los que arrastran sus males andando, los que esperan tras las ventanas a la sombra de sus lágrimas impedidas, los que asoman a las terrazas repletas de intenciones, los que paran en las esquinas para ver pasar tu omnipotencia, los que salen a las puertas de todos los bares y establecimientos, oficinas y servicios, centros comerciales, despachos y cristaleras, para  ver reflejados tus perfiles de varón de Dolores en tu peregrina misión.

 Por donde llegues, todo se mecera al vaivén, de tu túnica sagrada, para seguir tras tus augustos pasos. 

Vendrá el silencio de los que te rodean, la emoción de los que tienen el honor de portarte y el escalofrío de los que han hecho cola, para conseguir rozar tus andas por primera vez en su vida. Sentir el peso que no pesa, el Poder que no reduce y el aroma del clavel privilegiado que alfombra Tus plantas. Más como el Gran Poder, nunca pasa, que decía el pregonero, porque el Gran Poder se queda para siempre en los rostros de quienes te buscamos, te encontramos, te vemos cruzar y te seguimos, como aquella mujer hemorrágica que no llegaba hasta los flecos de tu túnica hasta que te volviste a preguntar, entre la ingente multitud, ¿Quien me ha tocado? ante el asombro de tus discipulos ¡Señor, para adivinarla entre la bulla y bendecirla con tu Palabra de Dios: Mujer, vete en Paz, tus penas han sanado!!

 Y El, que para el tiempo y marca los tiempos y El, que sufre más que nadie, porque carga la Cruz de todos nosotros y El, que perdona antes que condenar, que olvida, antes de acusar, que te levanta antes de que te arrojes, que te recibe antes de que llegues, como el padre de la infinita misericordia, El, nos llevará hasta la orilla, donde la lejanía se cuenta por olvido y la distancia por kilómetros, te hará llegar hasta el primero de los tres Barrios, tornando tu cansancio en promesa cumplida, como el mismo sol poniéndose a la espalda del que todo lo puede. Las primeras sombras de la tarde, se alumbran con la oración hecha acción de Gracias, a las puertas de la Parroquia de la Blanca Paloma, Rocío del Espíritu Santo que recibirá al Señor con la lengua infusa del don de la Piedad. Donde hay Caridad y Amor, allí está Dios, el Señor del Gran Poder, allí, donde más se necesita.

lunes, 31 de octubre de 2016

Nadie te ha mirado así

Supimos quien era, sin necesidad de preguntar ...



La indiferencia  se presenta como el nuevo Poder que domina al individuo y lo hace dependiente de los tres verbos más irregulares: desear, tener, exigir. El Gran Poder, verdadero, continua firme en su zancada, siempre de frente y presente en el sagrario de su basílica, su imperiosa imagen -cuerpo y sangre de Ntro Señor Jesucristo- es la hostia consagrada que se eleva sobre la montaña de la soberbia humana, para enaltecer a los humildes y limpios de corazón: Este es el Cordero de Dios, que sana todas las enfermedades del mundo, dichosos los llamados a las plantas del Señor. Sevilla, sabe lo que tiene en sus altares y por eso se muestra a veces, tan ombliguista y orgullosa. Es una ciudad, donde la Fe, ha convertido sus obras en maestras, de las bellas artes, por eso el arte en esta “Roma triunfante en espíritu y grandeza”, ha llevado a sus paisanos a encontrar a Dios, a través de la belleza y convertir a sus creyentes, en aventajados cristianos que saben que sin el Dolor y la cruz, no solamente, no se llega al arte en toda su plenitud, sino que hasta se acierta a comprender el misterio de la Resurrección . Consciente de ese Magisterio, Sevilla guarda y custodia, el Gran Poder, en cuyas manos dúctiles y aferradas al madero, está la ciencia y la conciencia de la felicidad y la Paz interior. Un evangelio que se lee en su mirada: “venid a mí, los que estáis cansados y agobiados...porque mi yugo es liviano y mi carga es ligera”. Un evangelio en pié, que dicta sentencia sin juzgar, más allá de la misericordia y el amor: ¿Que he de hacer para salvarme? “Abandona tus bienes, dárselo a los pobres, ¡VEN, toma tu Cruz y sígueme! Es una doctrina, tan fácil e intratable, que por eso Dios, se la ha revelado a los humildes y sencillos, antes que la puedan asumir, los sabios y poderosos, para llevarla a la práctica. Y el pueblo de Sevilla sabe cumplir fielmente, la Gracia que supone, plantarse ante el Señor, sostenerse por unos eternos instantes, en su omnisciente mirada y dejarlo todo en sus Manos, sin que del corazón rendido, salga otra intención que el suspiro velado, por una emoción que trasciende las lágrimas. En presencia del Señor del Gran Poder- no se reza, ni se pide, ni se conjuga cualquier oración, rogativa, plegaria. No existe otra jaculatoria, que no sea, acercarse, rozar su túnica, besar con unción la espiral devastada de su sobresaliente talón -divina enseñanza que nos legaron nuestros padres- para aumentar esa fe, que nos hace sanos y salvos, al menos hasta volver a nuestros hogares y enfrentarnos -con las pilas cargadas- a las contrariedades de la vida.

 Después de ver al Señor, practicaremos la virtud o caeremos en el olvido, pero nunca tocaremos el fondo de la indiferencia. Aunque los tiempos, no sean los más propicios para creer, siempre tendremos el dedo de la incertidumbre, dispuesto a introducirlo en la llaga de su cercanía. Aunque el lujo fosforescente, la comodidad implantada, el deseo inyectado por las venas del consumo y el placer impuesto por la aplastante religión que da culto al cuerpo, nos ofrezcan el paraíso tentador que nos promete el Príncipe de este mundo siempre tendremos la libertad de acercarnos al oasis de San Lorenzo, refugio de los angustiados, ansiosos y desesperados, pero también, morada que nos indica el camino de la verdad y la vida. Bien puesto lleva su nombre, Aquel que carga la Cruz de todas nuestras culpas; morada -como Santo Viernes- es la túnica rasa de Aquel que dio la vida por nosotros -a la hora de la Misericordia-, hora santa que se ha quedado varada en el tiempo, para que todos los viernes del año, acudamos a su Adoración perpetua, porque sus ojos están inmensos del amor misericordioso que alivia y conforta la pesadumbre de nuestra mirada. Todos los caminos de la necesidad humana, conducen a El, el Espíritu de Dios con sus inefables dones, se concentra en su portentosa Imagen, pero cuando a El llegamos, reconocemos nuestra miseria retratada en los ojos de su Augusta Piedad y su Gran Poder nos destrona de todo indicio de soberbia; de todo gesto de autocomplacencia, de cualquier amago de vanidad. El es y todo en su presencia está dicho, desde el “Yo soy” que hizo rasgar las vestiduras de los fariseos, hasta el “Este es mi hijo amado en el que tengo complacencia”. Jamás nadie ha visto a Dios, ni la Luz de su rostro, pero en Sevilla se sabe, que el rostro visible del Dios invisible, vive bajo el mismo cielo, que atiende nuestra Aurora de cada día y contempla la puesta del mismo sol que fenece por el poniente, reconocemos a este Dios verdadero, mucho antes de estrenar la razón, cuando entre el asombro y el susto, la inocencia de un niño lo señala en brazos de su padre. Después, puede que la razón, aumente nuestra Fe o la Fe, languidezca con la razón al tiempo que nos hacernos mayores, pero nunca perderemos la certidumbre de haberlo y gozarlo como el Señor, Aquel que todo lo puede y en cuyas manos está el poder y la gloria, El Señor que se muestra cercano en lo cotidiano, saliendo a nuestro encuentro en la visita de cada viernes, presidiendo el Salmo Miserere que sus hermanos alumbran en la tiniebla de sus cirios oferentes: “Tenme Piedad ¡Oh Dios! Según tu Amor, por tu inmensa ternura, borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa y de mi pecado”. En la plenitud de su dolorosa Pasión, se echa a la calle para anunciar su Reino, le sigue una gran muchedumbre, cuyo imponente silencio, hace que sus andas resuenen en nuestros corazones absortos y sea su zancada, soberbia y racheante, el milagro instantáneo que nos salva en la fe. El Gran poder sale, para los que no le conocen; para los que no le han mirado nunca de cerca; para los que lo ven cruzar, lejos de su elocuente silencio, desde el murmullo que rompe la noche a favor de la curiosidad de los incrédulos que se preguntan: ¿Quien es Este que congrega en la unidad y despierta tanta admiración?. El salió sin proponérselo cuando más se necesitada, Salió a hacer milagros improvisados, visitas personales, íntimas e inesperadas que se convirtieron en leyenda. Desde que bajó a Sevilla, inspirado en las gubias celestiales del insigne Juan de Mesa, firmó la historia, estableciendo el antes y el después de su Gran Poder. Cientos de miles de personas, se hicieron fieles, sin más cursillo ni catequesis, que la unción sagrada que derrama su bendita imagen., aprendimos la lección de su santo evangelio viviente, sin necesidad de oir de sus labios, otra palabra que no fuera la Piedad, la Misericordia, la mansedumbre que transmite su aplastante firmeza. Como no podía ser de otra forma, con toda la humildad que conlleva, tenerlo presente siempre por unanimidad y aclamación popular, El Gran Poder de esta Sevilla universal por católica, saldrá en su paso procesional de Viernes Santo, para cerrar solemnemente los actos de este Año Santo, que el Papa ha consagrado a la Misericordia. La Misericordia, una palabra que se mide y concentra en sus catorce obras, como un via+ crucis, que culmina en el triunfo de la gloriosa Resurrección de Cristo, por los méritos de su Pasión y Cruz. Misericordia impregnada en el rostro del Señor del Gran Poder, Cristo vivo -Corazón de Jesús- que derrama el verdadero amor misericordioso. Aquel que nos recuerda la obligación cristiana de “dar de comer al hambriento...dar de beber al sediento...dar posada al peregrino,,,vestir al desnudo...visitar al enfermo y redimir al cautivo”. Aquel que nos juzgará por el Amor de haber consolado al triste...dar consejo al que lo necesita; corregir al que yerra...sufrir con paciencia los defectos del prójimo...enterrar a los muertos. Aquel que bajando de su camarín, arrastrará las masas; derribará del caballo a los Saulos que le persiguen, para obrar el peregrino milagro de la conversión; y con toda su majestad y gloria, abrirá los cielos que perdimos, para renovar las promesas de un credo multitudinario en manifestación de Fe, alentados por la comunión de todos los santos. Cuando el Gran Poder se pone en marcha, se levantan nuestros corazones, se rompen las barreras que nos separan; el perdón se abre paso -porque nadie te ha mirado así- con tanto Amor, con tanta perfección en el conocimiento de las miserias humanas, con tanta piedad ni infinita Misericordia. “Tuyo es el Reino, tuyo el Poder y la Gloria, por siempre, SEÑOR”


lunes, 4 de abril de 2016

El Gran Poder de la Misericordia

La mañana era gris de nubes altas, cruzamos los jardines que cubren la cúpula del cielo con las hojas de palmas. En lo más alto, un camino de albero custodiado por la sombra celosa de los frondosos magnolios, los ramos sueltos de las blancas acacias y la media altura de los naranjos fragantes, nos acercaba a la Puerta de la Carne. Misterios Gloriosos entonaba el hermano, Padre Nuestro, trenzando el Rosario en su primer misterio por Santa María la Blanca. Calles con sabor a trote de carruajes, humedecidos adoquines que brillaban su añeja historia por la estrechez que abre su recoleto adarve al Patriarca Bendito Señor San José. María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, Segundo misterio en la soledad íntima y claustral del Convento de Madre de Dios; Dios te Salve María, llena eres de Gracia, Bendita Candelaria, que atendía nuestros rezos, con la mirada baja de su pena Dolorosa. El Rey Don Pedro, que tanto misterio encierra en sus leyendas, observaba con su mirada de piedra a estos tres peregrinos, camino de San Lorenzo. El tercer misterio llegaba a la Alfalfa, aun chirriante de cera derramada, y se perdía con el gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por las siete revueltas, hasta la misma Encarnación: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, por el camino más corto, entre Orfila y Amor de Dios, las Letanías de Estrella de la Mañana, Salud de los Enfermos, Refugio de los Pecadores, Consuelo de los Afligidos y Auxilio de los Cristianos, Ruega por nosotros, por las intenciones del Papa Francisco y una Salve a la Virgen antes de enfilar Conde de Barajas. Señor mío y Dios, mío que cerca, el sabor exquisito de tu infinita Misericordia, como se siente la Paz en tu entorno flanqueado por los plataneros y el vuelo displicente de las palomas tordas. ¡Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor rezando el Santo Rosario! Con el pié derecho cruzar los umbrales de la Puerta de tu Misericordia, ofreciendo al Padre, el cuerpo, la sangre, el el alma y la divinidad de su Amantisimo Hijo, Señor del Gran Poder, como propiciación por nuestros pecados, implorando la Misericordia de nuestros hermanos en busca de la Reconciliación. Con la certeza de encontrar allí el Perdón de su Cruz con los mismos brazos del que nos Espera para abrazarnos. Toda la ciencia de la vida presidiendo el Altar mayor, para que pongamos toda nuestra confianza en el Señor de Sevilla. Y a sus plantas, en derredor, una Basílica repleta de fieles y peregrinos llegados desde la vecina Alcalá de los panaderos, para ganar el jubileo más jubiloso de la vida cristiana, en el año consagrado a la Divina Misericordia. El beneficio de la Humildad, toda la fuerza de la piedad, humana y Divina que derrocha el verbo encarnado en el cedro de su precioso imagen, el Gran Poder que en sus manos derrama todo el poder y la Gloria, para olvidar nuestros pecados, esas faltas que ha purificado en el fondo del mar que ha dado su vida por nosotros, que te ha amado hasta tal punto, que ya no existe punto de partida, que no sea el de su infinita Misericordia. Que sí, Dios mío, que si no somos dignos de que entres en nuestra casa, tu si eres Digno de sabernos amados como el niño pequeño que acude a tus brazos. Con esa Paz que recibimos, aun más dichosa que la que impartimos a nuestros hermanos, con esa Paz del Gran Poder Resucitado entre sus discípulos; con esa Paz que supone en medio de nuestra incredulidad, ofrecerse a que introduzcamos nuestra mano en las llagas, en el costado abierto, para que creamos de una vez por todas y no tengamos por menos que arrojarnos a sus plantas clamando: Señor mío y Dios mío. Con la misma Paz con que volvemos por nuestros propios pasos, después de haber recibido gratis tanta gracia a sabiendas que tenemos que perdonar, porque EL ha sido y será el que nos perdona a nosotros antes. Quiero dar a conocer, Tu Misericordia, Señor, por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales, consolando y asistiendo, a los más afligidos y enfermos de mis hermanos, pues todo lo temo en mi debilidad, pero todo lo espero de Tu Misericordia.



lunes, 21 de junio de 2010

Bendito seas por siempre, SEÑOR




Padre, perdónalo, porque no sabe lo que se hace.


El Señor, de nuevo al culto mañana en besamanos extraordinario (Viernes 25 de Junio)


e. romera

La imagen del Señor del Gran Poder será repuesta al culto mañana viernes en su basílica con un besamanos de carácter extraordinario, tras la conclusión de las labores de restauración llevadas a cabo por Luis Álvarez Duarte con motivo del ataque perpetrado el pasado domingo. El horario del besamanos será de 8 a 18 y de 19 a 22 horas.

A las 18 horas se celebrará eucaristía de acción de gracias por la restitución del Señor al culto ordinario. Será presidida por el arzobispo, monseñor Juan José Asenjo. Las demás misas del día serán oficiadas en la capilla del Sagrario.

Estos acuerdos fueron adopados por la junta de gobierno reunida en cabildo de oficiales extraordinario presidido por su hermano mayor, Enrique Esquivias. Se ha decidido, provisionalmente, cerrar el camarín del Señor a excepción de los viernes hasta la adopción de medidas definitivas.

Por otra parte, la Hermandad del Gran Poder no se planteará ejercer ningún tipo de acción judicial contra el agresor, aunque colaborará con las autoridades policiales y judiciales en cuanto fuera necesario.
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No sé…pero solo me apetece estar contigo –en silencio- porque no hay palabras, contemplando tu mirada dulce, a través de todas las fotos del universo donde Tu eres Señor y dador de vida. Me apetece buscarte allí donde no hay consternación, rabia e impotencia, donde no exista otra reacción más inútil que condenar y otra respuesta más absurda que aplastar al culpable. Tu mirada lo dice todo, por eso hoy en el día triste y gris del después, me apetece encontrarte en el sitio seguro donde acuden los que están tristes y cansados, los que sufren o quieren agradecerte la Paz que concede el amor de Tu Cruz. Y nada más, Señor, que te conozco y eres capaz de poner la otra mejilla donde Sevilla sufre el dolor profundo de tu Brazo diestro desgarrado. Vuelve pronto, para ayudarnos a olvidar y que el sol de la verdad, vuelva a lucir por San Lorenzo.

http://www.abcdesevilla.es/20100622/opinion-columnas/romance-brazo-gran-poder-201006212324.html

lunes, 24 de agosto de 2009

PROHIBIDO BESAR


Nos pueden prohibir besar, es justo y necesario por razones de riesgo para la salud pública, cuando el virus se convierte en pandemia y circula por todos los países cruzando fronteras con nombre de gripe A. Nos pueden prohibir besar, o lo que es lo mismo, dicho al sevillano modo, evitar el contacto con la piel, la mejilla, la boca, los pies y las manos de nuestros seres queridos. Otra cosa bien distinta es vencer la tentación o subumbir ante ella, cuando tienes al ser querido expuesto a la veneración y te prohíben tocarlo o besarlo por causa de un maldito contagio. ¿Pueden los enamorados, resistirse a fundir en un abrazo lo mucho que sienten, por más que el Amor convalezca crucificado abierto en cinco llagas por la vida?. El Amor no es capaz de ponerse mascarilla sino es para salvar la vida operando a corazón abierto. Ni se lava las manos continuamente sino es para ayudar a dar a luz. El amor no es cautivo ni aunque tenga las manos atadas; redime con la sangre que derrama y si de algo contagia es lo más parecido a la felicidad. Cantan las sirenas contagios y epidemias, saltan las alarmas sociales. Los días se pintan nublados sobre un lienzo cuyas medidas no nos corresponden: El más vale prevenir están muy bien para lo que tenga cura, pero con el Amor, no ha podido ninguna pandemia. ¿Existe fuerza moral o poder humano, para impedir que los hijos se acerquen a sus padres, ni que las madres besen a sus hijos, o que éstos eviten la bendición de un patio de recreo, donde reina el futuro y la esperanza de un mundo mejor, no menos tierno por más amenazado ni contagioso?. Respeto,;mucho respeto a los medios de prevención y riegos que se asuman, pero nunca temor, y menos a un contagio que si se evita por un lado, surge por otro. ¿Quién puede ponerle puertas al campo?. Recurramos a la historia, nunca la histeria colectiva produjo más que miedo y destrucción. Puede que nos prohíban besar, pero esta ciudad que tanto sabe de avenidas, pandemias y peste, lleva haciéndolo siglos y siglos, sobre las carnes benditas del mismo Señor que constituye todo el poder y la gloria, hasta hacer que la madera se transforme en espiral de besos que proclaman bendito el talón por todas las generaciones. Besa en Paz, Sevilla, tu fe te ha salvado.

viernes, 2 de enero de 2009

A PROPÓSITO DE ENMIENDA

Ayer brindé a la luna bajo un cerco nublado; brindé vestido de fiesta color espumoso que no es champáng, sino cava barato expedido en las grandes superficies; brindé por dar un beso y recibirlo con el calor de un abrazo forzado por los mejores deseos.

Subí al cielo de la azotea para ver el cielo de tu nombre, siempre en mi boca, festoneado por un bombardeo multicolor que dibujaban jardines de fantasía. Se me iban las palmas al compás de esas coplas cuyas letras todos nos sabemos pero nadie recuerda.

Un trago y otro trago para aliviar la garganta reseca de los que no somos artistas, pero sabemos mucho de arte. Brindé por el mañana, cuando solo era una noche más de un nuevo día que aún no había amanecido. Brindé por el futuro a quien no tengo el gusto de conocer de cuerpo presente; brindé por los ausente, por los que ya no están, por voluntad divina o por su propia voluntad que es igual de divina o más si cabe; brindé por los miedos de tantos semejantes que viven bajo amenaza; por el desequilibrio de las balanzas; por la ceguera de la justicia; la falta de tacto de los violentos; la ausencia de paladar de los políticos y el oído sordo de los gobernantes.

Después del delirio, una noche más, desperté –nada nuevo bajo el sol- solo que esta mañana estaba oculto tras las nubes y tu nombre apresado en mi boca, sufriendo cadena perpetua; precioso, solemne, eterno como un lamento mojado por la lluvia. No es preciso nombrarte, se siente como la más profunda evocación, como un eco que musita el alma: mañana iré a verte –Hoy primer viernes de mes, primer día de Quinario-

lunes, 10 de noviembre de 2008

EL GRAN PODER DE UN "ADIOS"

Aunque parezca; “que el mundo ya no es lo que escribo”, porque todavía hay mucha gente que no cree que haya personas consagradas a la oración; pero no a esa oración -coleccionista de estampitas- que pide solo por uno mismo, sino a esa otra oración colectiva que implora por los demás, por los que más lo necesitan; por todos los que están en esa lista de espera, en situación límite de ayuda - en una palabra- por los que se dedican a rezar diariamente, por todos nosotros. Esas personas que aún afortunadamente existen, por increible que le parezca a algunos, en estos tiempos de CRISIS, practican un encomiable menester con denominación de origen: la comunión de los santos (ofú eso si que suena a mojigateria). En realidad se trata de generar una energía -eminentemente espiritual- que hace que los demás creyentes ó ilusos, la recibamos gratuitamente, para seguir viviendo con esperanzas, ante cualquier adversidad que suframos. Un día, el Señor de la poderosa zancada, a su paso secular por Casa de estas “extrañas” personas -en este caso- las Madres Capuchinas, se paró y les dijo en el halo de su inmensidad: “No apureis por salir a verme, Yo estaré sólo para vosotras más de cien días, durante toda la eternidad”. Y como el Señor vive en Sevilla, se pongan como se pongan los que no quieran admitir que el mundo ya no es lo que escribo y el que no se lo crea, que vaya a verlo antes del viernes a las Capuchinas; y si no lo vé con sus propios ojos, que mire a su alrededor, y entonces si ya no lo detecta en el clamor silente de los suspiros, ni contempla su imagen reflejada en los cientos de ojos vidriados por todas las edades, condiciones sociales, tendencia sexual o raza, que vaya al curandero de guardia más próximo, porque entonces se ha quedado sin alma. El mundo SI es lo que escribo, lo reafirmo al escuchar de madrugada la voz de la madre capuchina, que se quejaba en la radio, que el Señor del Gran Poder se marcha ya de Santa Rosalía. Y la madre, rota su voz por un zarsal de suspiros, confesaba la dicha de haber sentido en comunidad el aliento de Dios en la soledad de maitines y vísperas, entre las rendijas del claustro donde el primer rayo de sol se filtra por las roelas del barroco para besar a la Luz de todas las luces. La madre capuchina, en el paroxismo de la evocación, quería cantarle al Gran Poder, a coro con sus hijas, las mismas sevillanas que le cantó este pueblo al Santo Padre en su despedida: “Algo se muere en el alma”, sin ruborizarse, porque en esta ocasión se la cantarían al Señor en la intimidad; donde también confesó el travieso pecado de haber hecho saltar la alarma de seguridad, por parte de una madre, que bajó a ver al Gran Poder a las cuatro de la mañana. El Señor se marcha de Santa Rosalía, sumamente honrado y agradecido y lo hará como a El le dá la real gana, dándose una vueltecita y haciendo del camino más corto, la larga zancada que recarga nuestras pilas y nos dá esa paz que es, como al principio escribía, la comunión de los santos, el abrazo de las madres capuchinas que hace que este mundo siga siendo digno de que EL, entre en nuestra casa.

lunes, 28 de abril de 2008

SOLO TU, SEÑOR

EL SEÑOR EN CLAUSURA...
Solo tú, Señor de los pies descalzos y la corona serpenteada de espinas, pudiste conseguir que volvieran los vencejos a proclamar los gozos de esta mañana postrimera de abril; el sol había esperado más de cuarenta años, para volver a verte desde la altura donde su luz se filtra entre las copas de los viejos plataneros, curando las heridas de tu rostro con su beso de vida. Solo Tu –Altísimo JESUCRISTO- podías congregar a tantos fieles sin sermón ni montaña. Trescientos ochenta y siete años después que el venerable Juan de Mesa te labrara, dejando en evidencia la razonable duda, que si fueron realmente sus manos o la sabia ascendente de la misma raíz de la tierra, la que transformó el noble cedro en prodigiosa zancada del hijo del hombre. Solo Tu, Señor, con una cruz al hombro y un nombre tan arrogante como humilde, eres capaz de poner en pié a esta quejumbrosa Jerusalem-hispalence y devolverle el consuelo que día a día demanda en sus Interminables visitas. No hay mayor argumento que tu imagen, palabra de Dios que cosecha el silencio. Hoy has salido a nuestro encuentro, devolviéndonos la paz que tan angustiosamente buscamos, hoy ha brillado como nunca en la mañana, el lucero morado de tu sencilla túnica, la soga que te anuda el cuello y faja tu cintura, tus manos delicadas, sembradoras de bendiciones, tus quebrados piés descalzos y ese talón sellado por la espiral eterna de los besos. Sólo Tu, SEÑOR DE SEVILLA; solo Tu, Altísimo GRAN PODER.

jueves, 20 de marzo de 2008

LA OTRA COLA DE SAN LORENZO

SEÑOR, alguien aguarda en la otra cola de San Lorenzo, donde empieza y acaba todo, el instante de poder ver la luz de tu rostro. Aferrado al único latido de su corazón, aun joven y pendiente del hilo de vida que lo une con sus seres queridos. En esa intersección donde la luz y el agua se funden con las lágrimas inconsolables que se derraman cuando no hay solución posible más que la fe asida al clavo ardiendo de tu Nombre. Tu que portas la cruz amorosa de todas nuestras miserias, desafiando el bordado suntuoso de esa insolente túnica de cardos que pasará desapercibida ante la imponente humildad de tu Gran Poder y gloria, concédele el descanso eterno en la Paz del racheo prodigioso de tu zancada cruzando la noche más hermosa de Sevilla. Que toda la descarga de miradas y oraciones, alumbren el tránsito hacia la morada de tu Paso, alcanzando la alegría de tu Divino Consuelo, para encontrarse contigo después de su humana agonía.
A nuestro querido amigo, JOSE RAUL

lunes, 16 de abril de 2007

SINITE PARVULOS VENIRE AD ME


Llevaba esperando este momento seis meses, desde que naciera allá por Octubre el niño que nos ha hecho abuelos felices. Los niños siempre hacen felices a los abuelos, incluso más traviesamente felices que cuando éramos padres. Llegaba la hora de presentárselo al Señor en este Domingo del gozo cuando suelta la cruz por una vez al año, con la expresa condición de devolvernos la paz de sus manos juntas a cambio de un beso. La primera vez que los niños se acercan al Señor, pierden el miedo al espantoso rigor de la sangre, se sienten protegidos en los brazos del cariño, llegan inquietos hasta su imagen, la miran con los ojos prendados por ese brillo que solo se advierte en las pupilas de un niño. Puede que no sea así, pero los abuelos sabemos que a los niños les gustan las historias de aquellas golondrinas que al llegar a Sevilla se convirtieron cristianas al quitarle las espinas la Señor y así –desde pañales- pierden el miedo a los clavos y a las negras cruces, a la sangre de las yagas y a la tristeza de los cortejos fúnebres. Y se transforman en niños de Dios que revolotean por las cartelas de las doradas canastillas, angelitos pasionarios merodeando por las esquinas de los pasos como evangelistas aprendices, nazarenillos que antes de aprender a andar pasearon en sus carritos la túnica a su medida y el escudo de la hermandad que han soñado trasmitirle sus padres. Al salir de San Lorenzo en la mañana luminosa del Domingo más grande del mundo, los abuelos, henchido de emoción y orgullo por cumplir felizmente su promesa, ya sueñan en la próxima primavera, cuando el niño –con año y medio cumplido- se estrene en la cofradía dando sus primeros pasos en la estación de penitencia que para el infante, será como un juego repartiendo caramelos con su canasto o presumiendo de capirote recogido y varita. Puede que no sea así, pero la felicidad cuesta tan poco y es tan inmensa como la sonrisa ilusionante de un niño.

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