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sábado, 1 de diciembre de 2012

Carta a Diciembre V edición

Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar, corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve –querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso, eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo.

http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com.es/2012/12/la-luz-necesitada.html

miércoles, 24 de octubre de 2012

En aquel tiempo


 
 
Le seguía una gran muchedumbre que queria escuchar su palabra en la fiesta de la fe. El Señor subió al cerro de los sagrados corazones y dirigiéndose al pastor y a los príncipes y conciliarios de todas las cofradías, le habló lo siguiente: En verdad os digo que cuando alguno de los muchos hermanos necesitados, acuda a vuestra caridad en busca de pan y peces o tenga sed de justicia, lo atendais como se se tratase de vuestro propio padre. La segunda vez que acudan a vosotros en los mismos términos, los recibireis con en amor y la caridad que la primera vez. Pero si vuestros hermanos permanecen en la necesidad, -al tercer día-, más que el pan o los peces que sacien su hambre, procurad que recolecten vuestros campos de trigo; llenen las cestas de la harina que almacenan vuestros molinos y aprendan a amasarla para fabricar en vuestros hornos la hogaza de pan que satisfaga sus necesidades y conforme a ello, pagadle el salario que le correspondiere en justicia, antes que las sobras de lo que considerais el favor que por dicha obra de caridad mi Padre os debe. Del mismo modo al tercer día que acudan a vuestros comedores en busca de pescado, salid a su encuentro para enseñarles a pescar en el mar donde Yo haré que las redes rebosen de generosidad, repartiendo vuestras ganancias en digno salario que compartireis con los nuevos trabajadores contratados. Porque si como Pastores de mi rebaño, os conformais con imponer la bendición en mi nombre a cuantos hermanos acuden a pediros pan, pescado y sed de justicia -o haciéndoos eco de mi Palabra en vano- los despacháis con el consuelo gratuito de que “no solo de pan vive el hombre y es más fácil que entre un rico en el reino de los cielos que un camello por el ojo de una aguja”, me ofenderéis gravemente como hijos, hermanos y falsos profetas en la tierra de la fe. Al oir esto, uno de los presentes que ocupaba el cargo de diputado de caridad y asuntos sociales en el templo, pregunto: Señor en mi comunidad, repartirmos más del cincuenta por ciento de los ingresos a obras asistenciales y banco de alimentos. En verdad os digo, que no haceis más que traficar con donaciones ajenas para lavar vuestras conciencias. Si de verdad tienes Fe y creeis, volved a casa y en mi nombre ajustad el salario de vuestros trabajadores, a los que pagais la mitad del sueldo por el doble de horas que producen en beneficio de vuestra hacienda. Haced esto en memoria mía.

http://naturaldesevilla.blogspot.com.es/2010/05/el-cuento-de-la-buena-pipa.html

martes, 5 de junio de 2012

Carta a Junio



Mi querido Junio: En las frondosas copas de los magnolios del Cristo de Burgos, dice maese Antonio que está por brotar la flor eucarística, que durante décadas, coronó en el exilio de un rincón apartado entre viejos laureles la silueta de bronce del Dios de la Madera. Como niño Jesús, modelo de sagrario, andas tú perdido y hallado bajo el templete de plata bendiciendo la espiga de trigo y la vid que es fruto del trabajo del hombre, mientras Triana, se afana en el Altozano por coronar a Tu Madre con el oro de Ley de la dulcísimo Expectación. Entras Junio, tan lleno de rocío, tan cargado de gracia, que apenas dá tiempo recrearse en la Plaza Mayor de San Francisco, bajo los arcos de un triunfo efímero y un cielo vaporoso dispuesto a recibirte cantándole al Amor de los Amores. Dios no es que venga contigo-dichoso Junio- Dios está en ti cuando despiertas a Sevilla con las esquilas fragantes de la solemne mañana alfombrada de juncia y romero. Dios viene contigo en brazos de María de la Hiniesta, patrona y bienhechora desde la Puerta de Córdoba la tarde vespertina de concierto y altares. Es el Sol que aún sin nacer, despunta con su violeta Aurora, para reflejar el Caliz de su sangre en las sombras apagadas de los Terceros. Por eso los adoradores, venimos a adorarte en la mañana juncal del cantar de los cantares de Sevilla, al revuelo de los vencejos que se columpian entre los alminares de Alemanes. Venimos –Junio- como nos enseñaste, de la mano de nuestras abuelas y padres con mirada siempre remolona de niño soñoliento, cuya fé lo ha convertido en hombres y mujeres que blanden los cirios y estandartes, los guiones y varas como anunciando su Divina Majestad. Dios está aquí, bajo la monumental custodia de Arfe y Junio hizo brotar para él las magnolias de los rincones mágicos, tan frescas y efímeras como las mañanitas de juncia y romero que se presentan por Santa Ana y la elegancia parroquial de la Magdalena, tan sentidas, tan íntimas, tan de Corazón, como el Sagrario que lleva en su pecho el Cuerpo de Cristo abierto desde la calle Jesús del Gran Poder hasta Nervión. Son cosas que suceden siempre en la Sevilla eterna, pero que sólo nos trae el mes de Junio.

jueves, 3 de mayo de 2012

A tu discreto encanto



Vengo a ver tu vestido de mayo, Jacaranda prudente, flor de azahar sin perfume ni albura, pero envidiable. Violeta prudente de altos vuelos al alcance de espíritus soñadores. Sevilla no te merece, pero tu sí a ella, cubriendo su ausencia con el tupido velo estampado de tu color de aurora. . Como la cera lloras tu lagrimón morado, quien sabe si tu lluvia, no proviene del cielo que arroja petaladas de lirios que exornaron las aúreas canastillas de Jesús nazareno. Vengo a ver tu vestido y me paro extasiado, por esas avenidas teñidas de sereno…quien fue tu creador, quien puso mano al pincel y al color que te extiende entre el verde de la fronda, adornando este cielo. Cuaresma de las muchas Sevillas ignoradas, víspera de otras vísperas de lirios marimeños; auxilio de María en la añoranza anclada, de esta ciudad que nunca encierra su esperanza. Jacaranda prudente que enciendes la arboleda con un pregón que nadie supo darte por mayo, tu gloria –como Dios- florece en las altura y en la tierra tus pétalos dan la paz a los hombres.


Leer más: http://naturaldesevilla.blogspot.com/2009/05/saludo-breve.html#ixzz1tnLbSlcB

miércoles, 30 de noviembre de 2011

CARTA A DICIEMBRE III Edición


Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar, corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve –querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso, eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo. Ojival.


http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com/2010/12/madre-y-maestra.html

jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta a Diciembre

a Adrián:




Querido Diciembre, hoy me acuerdo de todas aquellas personas, por las que no hago otra cosa que pensar en ellas. Y no hago otra cosa, no por falta de ganas, ni medios, sino por que como bien me increpa alguien que me quiere muchísimo, no sirvo más que para mirarme a mi mismo. Propicio es el mes que nos alumbra, para hacer cura de humildad o practicar la falsa virtud sinónimo de la modestia –modestia aparte- te voy a confesar mis cuitas y el que se las crea que las compre (a Dios gracias por su generosidad y comprensión) y el que no se las crea, que lance la primera piedra (como dijo el profeta). Quisiera dedicarle esta carta a Adrián, un joven pariente al que Dios sabe y pongo por testigo, que profeso una admiración radiante y sincera. Hay personas en la vida, que, por diferentes circunstancias que no vienen al caso, solo necesitan cariño, el cariño entendido en la extrema dedicación de una madre y en la labor callada de un padre, que aunque parezca que no haga nada por sus hijos, sus hijos saben que el padre está ahí, sosteniendo económicamente a la familia o simplemente dando la cara con su presencia e implicación. Pero cuando a una persona como al joven Adrián, le falta el cariño de un padre y más concretamente la presencia del mismo en cuanto al abandono inexcusable de sus obligaciones y deberes con respecto a su hijo, es tan probable como cierto, que Adrián se sienta apesadumbrado y herido en lo más profundo de su corazón. Así es, pero Adrián bien lo disimula con su ejemplar conducta y el ejercicio diario de una exquisita educación que brilla por su presencia. Adrián se ha vuelto en espécimen monoparental que sin dejar de hacer lo propio de la edad del pavo, vela y razona los problemas del hogar y se implica en las labores encomiables de su madre, ejerciendo de hijo-padre y marido de circunstancias. Como todas las víctimas caídas por la crisis generacional, ha tenido que pasar de vestir prendas de marca a buscar la marca de las prendas entre los stands de las grandes firmas en liquidación, pero Adrián no ha bajado la guardia ante las adversidades, continúa esquivando los golpes de desatención que le propinan los estudios y se machaca diariamente para vencer el combate aunque sea por puntos. Parece un chico introvertido y solitario, hogareño y enganchado a los roles informáticos de la red de redes, pero atesora buenos amigos desde la infancia al tiempo que cultiva sus pasiones heredadas, como la religión que profesa a su Real Betis Balompié. Me acuerdo mucho de Adrián, quizás sea por lo poco que me preocupo por él, sobre todo cuando lo observo en esos momentos de complicidad y desenfado, que vive cuando mis hijos (sus primos) se reunen; ahí es donde siento por él un cariño, respeto y admiración que revuelve mis entrañas, aflorando los peores deseos que un ser pueda sentir hacia un padre tan indolente, orgulloso y desgraciado que no sabe bien lo que se pierde. Dentro de pocos días, Adrián montará su Belén, aquel entrañable belén de plástico, corcho, papel satén y serrín, que grabó de pequeño en su memoria y de la mano de su hermano jóse, bajo el auspicio ingenioso del abuelo, consiguieron ponerle el río, cuyas aguas acciona la bomba de una vieja lavadora. Y cuando nos reunamos todos –un año más- la noche de paz en familia, Adrián volverá a deleitarnos con su ritmo y compás en el toque de la “caja” y hacernos destornillar de risa con la interpretación magistral de sus chistes al compás de bulerías y flamenquito. Entonces en el fragor de la fiesta, pensaré una vez más, transido de emoción al mirarlo, que Adrián, daría –a pesar de todo- la mitad de su vida, por que estuviera presente, el innombrable de su padre. Pero claro: cuesta tanto una simple llamada y es tan difícil un gesto de perdón…a ver lo que pudieras hacer este año –venturoso Diciembre- yo que tanto confío en ti.

jueves, 2 de septiembre de 2010

AQUI ESTAMOS




Estamos aquí; hemos vuelto sin salir de casa a abrir las ventanas aprisionadas por el aire acondicionado; hemos vuelto del mar que nos devolvió la calma de la efímera felicidad que encuentran los que conocen su quimera; hemos vuelto de los días mágicos donde todo parece más bueno o menos malo por decisión propia que no por su propia acepción. Venimos cansados por el cansancio aceptado; hartos por la piadosa gula; estresados por la relajación; concientes de nuestros propios excesos, con los días grabados en el traje de luces de la color de bronce. Septiembre nos trae el reencuentro con una cruda realidad a la que habrá que hornear y cocer en el fuego lento de las calores del membrillo. Cada cual sacará sus propios humores, ojeando el atiborrado álbum de fotos digitales y los insufribles comentarios de los viajes condicionados por la vanidad, más que por el puro placer de las sensaciones vividas. Blanco ibicenco sobre el cuadrilátero de antorchas que iluminan la noche interminable; sonrisas blanqueadas por el uso de los profilácticos; cuerpos retocados por el fotoshop de los gimnasios y curvas matizadas en los manglares del pareo. En el libro de la vida, Septiembre abre un cuaderno donde se esbozan nostalgias, como dibujo de párvulos, sencillos trazos redondos, bajo figuras horizontales; el sol poniéndose sobre el horizonte es la vuelta al cole, tanta ilusión en los niños como desolación en los bolsillos de sus padres. Los rayos del sol poniente desde la terraza, festonean el cielo, pero esta puesta, aun siendo igual de hermosas, no corresponden a las contempladas desde el mirador de la cala o aquel rincón escondido de la sierra, sus fuegos languidecen en las brasas de un crepúsculo que en el lenguaje ininteligible de los sueños escribe las letras del trabajo y la rutina. Hay quien por lejos que se fue de casa, nunca estuvo tan cerca de sus costumbres convertidas en ley; otros sin moverse del sitio, volaron tan alto que jamás podrán poner los pies en el hábito de los vicios. Septiembre está aquí, para conducirnos a todos por la ruta de nuestro particular retiro.

sábado, 1 de mayo de 2010

Carta a Mayo. 4ª edición








Querido mayo




Te escribo con palillero, tinta china y secante, sobre el pupitre de nogal raido de una clase de primaria. En la verde pizarra hay dibujada una rosa con tiza de colores, es la flor del primer día, la reina de todas las flores que escogía la memoria para honrar a María, la Virgen Madre común de tu mes consagrado a la mujer más bendita entre todas. Después de tantos días de vacaciones entre Semana Santa y Feria, el volver a la escuela supone para los niños un auténtico problema de algebra, una insufrible lección de aritmética que se pierde en el silencio del patio distraida por el homenaje a la libertad de los vencejos. Tus días de luz no están hecho para aprisionarlos entre cuatro paredes de una clase ni cabe en los ventanales, las cotas que alcanza el plateresco esplendor de las cúpulas de San Luis de los franceses. Menos mal florido Mayo que el repique de tus campanas a gloria acorta los días para alargar las venturosas tardes. Tardes de tabla y puntillas bajo un sol de justicia en la plazuela, donde todos los que fuimos niños antiguos convertidos en hombres, postulamos por los barrios de Sevilla, la limosnita para la cruz de Mayo, convirtiendo la harina y el agua en pegamento, el papel de cebolla en cristal de faroles y las cortinas de nuestras madres en faldones de damasco para cubrir de ilusión y fantasía del paso más auténtico del mundo. Me ha salido un borrón- mi amado Mayo- al intentar escribir en la página en blanco de tu eterno olor a jazmines…, una furtiva lágrima o quizás fue el rocío mañanero de las fragantes rosas que cortaba con permiso en el jardín de Santa Paula. Me ha desvelado el estruendo de los cohetes que anuncian que van a salir las carretas, la peregrina emoción de una Salve, los ¡vivas!, la alegría desbordante hecha copla festoneada de romero. Te llevo en el alma como guardo aquel pequeño libro de carey y hojas de oro que todos los niños apretamos fuertemente entre las manos el día que fuimos los más puros infantes de marina al recibir la primera comunión y sabes –tu bien lo sabes- bendito mayo, que ya cuento tus días, deshojando la flor de los anhelos, perdido por los rincones de la auténtica judería, soñando el más bello atardecer a la luz de los faroles antiguos del Rosario o buscando la fuente de Salud recóndita en el rellano de la costanilla. Soy aquel niño –dichoso Mayo- que camina de la mano de su madre, tras el manto celeste de María Auxiliadora.










viernes, 15 de mayo de 2009

SALUDO BREVE

...a tu discreto encanto:


Vengo a ver tu vestido de mayo, Jacaranda prudente, flor de azahar sin perfume ni albura, pero envidiable. Violeta prudente de altos vuelos al alcance de espíritus soñadores. Sevilla no te merece, pero tu sí a ella, cubriendo su ausencia con el tupido velo estampado de tu color de aurora. . Como la cera lloras tu lagrimón morado, quien sabe si tu lluvia, no proviene del cielo que arroja petaladas de lirios que exornaron las aúreas canastillas de Jesús nazareno. Vengo a ver tu vestido y me paro extasiado, por esas avenidas teñidas de sereno…quien fue tu creador, quien puso mano al pincel y al color que te extiende entre el verde de la fronda, adornando este cielo. Cuaresma de las muchas Sevillas ignoradas, víspera de otras vísperas de lirios marimeños; auxilio de María en la añoranza anclada, de esta ciudad que nunca encierra su esperanza. Jacaranda prudente que enciendes la arboleda con un pregón que nadie supo darte por mayo, tu gloria –como Dios- florece en las altura y en la tierra tus pétalos dan la paz a los hombres.

jueves, 4 de septiembre de 2008

PARA SEPTIEMBRE

LA OTRA PRIMA-VERA Llega sobre los pies, despaciosa y silente como los grandes pasos de misterio. El sol alto, aún con fiebres de Agosto, pero ya está aquí, la tenemos entre nosotros los más íntimos y celesos guardianes de su grandeza. Es la otra prima-vera, la que nace en Septiembre, vendimiadora por naturaleza, madre y maestra de la fertilidad de nuestra amada tierra. Brotan los tallos, rozan estacas y esquejes su floración primera, el fruto de la vid, parábola del buen sembrador de mosto aljarafeño. Tiene su luz colores de un abril distinto, de añeja canastilla que baja hacia el poniente por Laraña. El mismo San Miguel, se deslumbró ante ella soñando naturales imposibles de ver fuera del coso del baratillo. Desgraciado de aquel que esta verdad primera, no la siente en sus carnes, ni por los altozanos acierta a ver milagros en sus atardeceres. Suspiro por tu luna vendimiadora y nueva; suspiro por tus noches templadas y solemnes; suspiro por tus aires que dibujan las curvas de finos guardabrisas; por tus manos suaves que desnudan las copas sin ser vista, tejiendo imaginaria de barroca hojarasca. Ven aquí, mi querida prima-vera, esa otra estación que tanto agradecemos, donde para este tren cargado de nostalgia, a pesar que los niños te desprecien, más te amarán el día de mañana, cuando en Septiembre vuelvan a inhalar la fragancia de sus libros intactos. Ya salí a recibirte, mirando hacia el poniente, soñando con las crestas de cazorla y segura, donde los verdes pardos, los ocres y amarillos, te proclaman su Reina. Mi otra prima-vera, natural de Sevilla.

jueves, 1 de mayo de 2008

MI CARTA A MAYO...

Querido mayo Te escribo con palillero, tinta china y secante, sobre el pupitre de nogal raido de una clase de primaria. En la verde pizarra hay dibujada una rosa con tiza de colores, es la flor del primer día, la reina de todas las flores que escogía la memoria para honrar a María, la Virgen Madre común de tu mes consagrado a la mujer más bendita entre todas. Después de tantos días de vacaciones entre Semana Santa y Feria, el volver a la escuela supone para los niños un auténtico problema de algebra, una insufrible lección de aritmética que se pierde en el silencio del patio distraida por el homenaje a la libertad de los vencejos. Tus días de luz no están hecho para aprisionarlos entre cuatro paredes de una clase ni cabe en los ventanales, las cotas que alcanza el plateresco esplendor de las cúpulas de San Luis de los franceses. Menos mal florido Mayo que el repique de tus campanas a gloria acorta los días para alargar las venturosas tardes. Tardes de tabla y puntillas bajo un sol de justicia en la plazuela, donde todos los que fuimos niños antiguos convertidos en hombres, postulamos por los barrios de Sevilla, la limosnita para la cruz de Mayo, convirtiendo la harina y el agua en pegamento, el papel de cebolla en cristal de faroles y las cortinas de nuestras madres en faldones de damasco para cubrir de ilusión y fantasía del paso más auténtico del mundo. Me ha salido un borrón- mi amado Mayo- al intentar escribir en la página en blanco de tu eterno olor a jazmines…, una furtiva lágrima o quizás fue el rocío mañanero de las fragantes rosas que cortaba con permiso en el jardín de Santa Paula. Me ha desvelado el estruendo de los cohetes que anuncian que van a salir las carretas, la peregrina emoción de una Salve, los ¡vivas!, la alegría desbordante hecha copla festoneada de romero. Te llevo en el alma como guardo aquel pequeño libro de carey y hojas de oro que todos los niños apretamos fuertemente entre las manos el día que fuimos los más puros infantes de marina al recibir la primera comunión y sabes –tu bien lo sabes- bendito mayo, que ya cuento tus días, deshojando la flor de los anhelos, perdido por los rincones de la auténtica judería, soñando el más bello atardecer a la luz de los faroles antiguos del Rosario o buscando la fuente de Salud recóndita en el rellano de la costanilla. Soy aquel niño –dichoso Mayo- que camina de la mano de su madre, tras el manto celeste de María Auxiliadora. Tuyo afectísimo. O-ji-val
Publicado 1-05-2007

sábado, 1 de diciembre de 2007

CARTA A DICIEMBRE

Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar, corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve –querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso, eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo. Ojival.

viernes, 1 de junio de 2007

CARTA A JUNIO EUCARISTICO

CARTA A JUNIO

Mi querido Junio: En las frondosas copas de los magnolios del Cristo de Burgos, dice maese Antonio que está por brotar la flor eucarística, que durante décadas, coronó en el exilio de un rincón apartado entre viejos laureles la silueta de bronce del Dios de la Madera. Como niño Jesús, modelo de sagrario, andas tú perdido y hallado bajo el templete de plata bendiciendo la espiga de trigo y la vid que es fruto del trabajo del hombre, mientras Triana, se afana en el Altozano por coronar a Tu Madre con el oro de Ley de la dulcísimo Expectación. Entras Junio, tan lleno de rocío, tan cargado de gracia, que apenas dá tiempo recrearse en la Plaza Mayor de San Francisco, bajo los arcos de un triunfo efímero y un cielo vaporoso dispuesto a recibirte cantándole al Amor de los Amores. Dios no es que venga contigo-dichoso Junio- Dios está en ti cuando despiertas a Sevilla con las esquilas fragantes de la solemne mañana alfombrada de juncia y romero. Dios viene contigo en brazos de María de la Hiniesta, patrona y bienhechora desde la Puerta de Córdoba la tarde vespertina de concierto y altares. Es el Sol que aún sin nacer, despunta con su violeta Aurora, para reflejar el Caliz de su sangre en las sombras apagadas de los Terceros. Por eso los adoradores, venimos a adorarte en la mañana juncal del cantar de los cantares de Sevilla, al revuelo de los vencejos que se columpian entre los alminares de Alemanes. Venimos –Junio- como nos enseñaste, de la mano de nuestras abuelas y padres con mirada siempre remolona de niño soñoliento, cuya fé lo ha convertido en hombres y mujeres que blanden los cirios y estandartes, los guiones y varas como anunciando su Divina Majestad. Dios está aquí, bajo la monumental custodia de Arfe y Junio hizo brotar para él las magnolias de los rincones mágicos, tan frescas y efímeras como las mañanitas de juncia y romero que se presentan por Santa Ana y la elegancia parroquial de la Magdalena, tan sentidas, tan íntimas, tan de Corazón, como el Sagrario que lleva en su pecho el Cuerpo de Cristo abierto desde la calle Jesús del Gran Poder hasta Nervión. Son cosas que suceden siempre en la Sevilla eterna, pero que sólo nos trae el mes de Junio.

Tuyo afectísimo.

martes, 1 de mayo de 2007

CARTA A MAYO

Querido mayo

Te escribo con palillero, tinta china y secante, sobre el pupitre de nogal raido de una clase de primaria. En la verde pizarra hay dibujada una rosa con tiza de colores, es la flor del primer día, la reina de todas las flores que escogía la memoria para honrar a María, la Virgen Madre común de tu mes consagrado a la mujer más bendita entre todas. Después de tantos días de vacaciones entre Semana Santa y Feria, el volver a la escuela supone para los niños un auténtico problema de algebra, una insufrible lección de aritmética que se pierde en el silencio del patio distraida por el homenaje a la libertad de los vencejos. Tus días de luz no están hecho para aprisionarlos entre cuatro paredes de una clase ni cabe en los ventanales, las cotas que alcanza el plateresco esplendor de las cúpulas de San Luis de los franceses. Menos mal florido Mayo que el repique de tus campanas a gloria acorta los días para alargar las venturosas tardes. Tardes de tabla y puntillas bajo un sol de justicia en la plazuela, donde todos los que fuimos niños antiguos convertidos en hombres, postulamos por los barrios de Sevilla, la limosnita para la cruz de Mayo, convirtiendo la harina y el agua en pegamento, el papel de cebolla en cristal de faroles y las cortinas de nuestras madres en faldones de damasco para cubrir de ilusión y fantasía del paso más auténtico del mundo. Me ha salido un borrón- mi amado Mayo- al intentar escribir en la página en blanco de tu eterno olor a jazmines…, una furtiva lágrima o quizás fue el rocío mañanero de las fragantes rosas que cortaba con permiso en el jardín de Santa Paula. Me ha desvelado el estruendo de los cohetes que anuncian que van a salir las carretas, la peregrina emoción de una Salve, los ¡vivas!, la alegría desbordante hecha copla festoneada de romero. Te llevo en el alma como guardo aquel pequeño libro de carey y hojas de oro que todos los niños apretamos fuertemente entre las manos el día que fuimos los más puros infantes de marina al recibir la primera comunión y sabes –tu bien lo sabes- bendito mayo, que ya cuento tus días, deshojando la flor de los anhelos, perdido por los rincones de la auténtica judería, soñando el más bello atardecer a la luz de los faroles antiguos del Rosario o buscando la fuente de Salud recóndita en el rellano de la costanilla. Soy aquel niño –dichoso Mayo- que camina de la mano de su madre, tras el manto celeste de María Auxiliadora.

Tuyo afectísimo. O-ji-val

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